ES POSIBLE EL OPTIMISMO


Cuando nos vemos envueltos en un vaivén de palabras negativas, que parten de la crisis demoledora que vivimos, no resulta fácil hablar de esperanza, de ilusión, de posibilidades nuevas. Las perspectivas de futuro y de avance de esta humanidad no pueden estancarse. Ahora que un nuevo año se asoma a nuestras vidas, necesitamos reforzar nuestra confianza para hacer posible el milagro del optimismo.

La Navidad, que acabamos de atravesar, no es otra cosa que estar dispuestos a nacer de nuevo, a creer en el hombre, a trabajar con la ingenuidad del niño este futuro inmediato que quiere abrirse paso. Este año 2009 puede ser mucho mejor, sin duda. Tenemos que dar un paso decidido. Disponemos de 365 días para hacerlo posible desde la humildad de nuestras posibilidades pero también desde la utopía de nuestros sueños. A quien tiene se le dará, a quien no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

Hay un compromiso permanente por la justicia, por la igualdad de los pueblos, por el futuro de los niños que no queremos dejar aparcado hasta mejor ocasión.

La hora ya ha llegado. Es momento para remangarnos todos y desde la humildad de los niños trabajar con mentalidad de red para avanzar por el barbecho de los derechos humanos y de la paz. Podemos conseguir los Objetivos del Milenio si sumamos fuerzas y voluntades.

Vamos a escucharnos más en la calle, en la iglesia, en las tribunas, y vamos a dejar de condenarnos y de mirarnos de soslayo, para que sea posible la vida. Nada merece la pena tanto como la vida.

Y todos los que vivimos tenemos que decírnoslo.

Hay una pluralidad que camina por las aceras que tenemos que reconocer y saludar. Sólo Dios es Verdad y lo nuestro son simples aproximaciones. Y Dios nos regala un año nuevo para hacerlo posible. ¿Lo intentamos?

Alejandro Fernández Barrajón es presidente de Confer
Publicado en Vida Nueva

PD: a todos, de nuevo, muchas gracias por las oraciones para el restablecimiento del pequeño Andrés. Sus padres siguen al pie de la UCI. Acabamos de hablar con ellos. La cosa no pinta bien, pero jamás hay que arrojar la toalla. Andrés no lo hace, y sus padres (Andrés y Vanesa) tampoco. Los que les conocemos damos gracias a Dios por su arrojo, por el de los tres. Saldrán adelante. Estamos convencidos. A veces duele, y desanima, ver cómo el pequeño va demasiado lento, incluso cómo se para. Han tenido que volver a entubarlo, aunque no a sedarlo. Poco más sabemos.

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